miércoles, septiembre 06, 2006

Tormenta de rayos

Me siento de puta madre.

Saco el portátil por la ventana lo máximo que da el cable de los altavoces, para seguir escuchando la música mientras escribo y siento el viento en la cara. Viento eléctrico. Música eléctrica. Tormenta eléctrica. Un resplandor tras otro.
En serio, me siento muy de puta madre.

La nube es negra, enorme, y vino de improviso, asesinando un día de sudor solar veraniego en mi soleado cuarto. Casi puedo ver como la ciudad entera se disfraza de ¿cómo se llaman? ah, sí, siniestros. La ciudad se disfraza de siniestra apetitosa, con los labios invadidos de rojo sangre, con la luz de las farolas amarillas de la avenida que tengo delante, la ilustración, que le dan un aspecto tétrico al oro rojo marte que deja el sol en los bordes de los edificios de uno y otro lado de la acera. Hay un fulgor sobrenatural en el ambiente, y siguen cayendo rayos.

...Ese era precioso. Nació del poniente rosa de la derecha, humificado en una mancha azufre, y viajó a través de la intensa nube encontrándose con rayos y centellas hasta formar una gran conexión, una gran telaraña que ilumina el cielo de la ciudad de cristal como si de un salón de baile rococó se tratase.

Qué genial la música, how long, u2, que genial la brisa. qué directo el naranja ....

Dios!!! Todo mi vello corporal responde al ver un rayo increíble que ha nacido en medio del cielo y del que han partido radialmente multitud de líneas de esperma blanca instantánea formando una colosal rueda de bicicleta fantasma en medio del cielo, nacida en una espiral envolvente.

---

Ya no es directo, el naranja de aquel cristal de aquel edificio viejo. Ya no me hiere los ojos la preciosidad del atardecer reflejado en un único punto perfecto. La derecha pasa poco a poco a violácea. La izquierda aún tiene zonas de celeste conectadas por columnas de humo negro a la nube matriz. Acojona, como en las películas de invasiones extraterrestres. Y las hormigas siguen trabajando ahí abajo, blindadas entre acero y bocinas.

Me siento de puta madre, pero voy a volver a la cama. Ha pasado el momento torrencial. Hay que aceptar también la calma...

!

Increíblemente, como si la tormenta tuviera oídos para mi pensamiento y el tecleo del diminuto portátil en la ventana, se despide en una mueca celesial de magnitud enorme, tan enorme como uno de los cuatro vientos. Una mano ha extendido sus dedos ocupando toda mi visión y me ha agarrado la conciencia en un último adiós.

¿Y si no me voy nunca jamás?


Mîstyc


0 Comentarios:

Publicar un comentario

-->

<< Volver