sábado, enero 21, 2006

F.C.A. II

II
Entramos al primer sitio en que vimos que podíamos sentarnos. Cómo te llamas, le pregunté por el camino. Fucking Crazy Abdulia, yo soy la fucking crazy abdl ¿Sabes lo que significa? - Sí, jodida loca. -This is me-. Su acento era extraño, y me dijo que era del Sahara Este, pero venía de Cuba.

Nos sentamos, la esperé un buen rato mientras iba al baño y pedí un par de tercios, que acompañaron de un poco de Ensaladilla'n'Chips. Al volver ella pidió más ensaladilla. Estaba hambrienta. Y como los árabes, le gustaba comer con las manos.
La escuché.

Es lo que necesitaba. Alguien que escuchara. Me gusta escuchar, como Momo. Resultaba interesante, cómo pensaba. Al principio no era capaz de articular causas ni consecuencias, argumentos. Decía que era más fácil estar loca. Yo le dije que eso era cobarde. Luego lloró, estaba sola en España, la Tierra Prometida, y nada era como ella había esperado. Llevaba 5 años aquí. Era economista por una universidad de Cuba, pero no encontraba trabajo de lo suyo. Estaba, decía, "al otro lado". Al otro lado de la barra de los que sirven a los estudiantes, de los que sirven a los trabajadores. Al otro lado.
-Qué quieres?
-Vestir así. - y me señaló.
Le pregunté eso varias veces durante las 2 o 3 rondas de cerveza. Quería una fucking oportunidad. Llevaba 5 años así. Bebía. Me enseñó sus ojos, y me contó una historia incongruente acerca de que los morados eran por abrir un armario. Tenía los ojos oscuros, intensos, y tristes. Me gustó lo que vi dentro, porque vi esperanza, aunque ella no lo supiera.

Insólitamente, era española, nacida en el Sahara un año antes de la marcha verde. Vivió como refugiada, en la parte no marroquí. Después una Ong cubana le había dado la oportunidad de ir a Cuba a estudiar. Y era lista.

Lloró por sus abuelos a los que no veía en años. Lloró por su padre y estar sin hablar con él tanto tiempo, por verguenza. Me cogía la mano a veces, era muy expresiva, y pensé que en otra época seguro que recibía y daba cariño intensamente. Ahora sólo lo daba.

Le conté una historia. Escuchó. Rió.

Me obsequió con otra historia, acerca de una niña ecuatoriana de 5 años a la que se había encontrado en la calle, y que no había aceptado su ayuda, su dinero. Consiguió convencerla diciéndole que si quería hablaría antes con su madre, y después se la llevaría a la tienda a comprarle comida. Cuando subieron a la casa la niña se encontró a su madre en la cama follando con un desconocido.
En ese punto se volvió a quitar las gafas (ya no tenía miedo de que yo saliera huyendo), y me dijo ¿Sabes qué cara puso la niña?. Leí su rostro y ví lo que vio.

Fucking mierda.



F.C.A.

I
Me miró tras sus gafas de sol azul-baratas y enormes (shelt, subtle, fino, decía). Le contesté la mirada, acercándome. Sonreía un poco, demacrada su sonrisa como la del perdedor que sonríe irónico. Hola, decíamos.
-Qué haces.
-Observo.
Me hizo un gesto que abarcaba la realidad que tenía delante. Una calle de Madrid hasta los topes de tráfico y vida. Me gustó la respuesta.
-Observo toda esta mierda.
Vaya, creo que a alguien no le ha ido bien, pensé. Era de figura bonita, y llevaba una gorra-boina de las que se llevan ahora, estilo grunge, que me resultan tan atractivas. Intenté encontrar sus ojos tras las gafas de sol, e hizo un mohín con su boca. Miró hacia un lado y otro. Me estudió. Me preguntó si hablaba inglés, y le contesté como he contestado toda mi vida.
-A little.
Bajó la voz y continuó lo que sería su perorata interna -Fucking life, fucking all, what a fucking madness- mientras movía la cabeza de un lado a otro, y contorsionaba su cara. Luego dijo un par de cosas.
Tenía muy mal aspecto, yo venía de chaqueta-y-portatil, y seguramente teníamos que formar un espectáculo curioso. No detecté peligro ni amenaza, y la miré con tranquilidad. De repente me propuso tomar algo. Invito yo, -dijo-. Claro. Why not.



martes, enero 03, 2006


mirame Posted by Picasa