lunes, marzo 03, 2008

Tetrarkana

Con este último retazo acabo de exponer parte de lo que más me gusta de aquello que una vez estuvo enterrado. Tetrarkana. Mmmm. Aún recuerdo la satisfacción al escribirlo.
Sonríe.


Tetrarkana


Mírame. Y dime que no estoy aquí. Que estoy muy lejos. Volando. Pero no me mires muy fijamente. Podría perderme.

Esto no existe sino en mi imaginación. Me gustaría imaginarme también una salida, no puede ser muy difícil. Sólo tengo que entrar en conciencia de que el sueño es mío. Yo lo modelo. No puedo quedarme atrapado en mi propio laberinto.

Bésame. Y entorna esos párpados. Relájate y disfruta.

Es tan fácil... es tan fácil quererte...

Ahora sal. Despierta. Abre otra vez los ojos. ¿Ves? No era tan difícil. Yo también formo parte de mi propia imaginación. Soy como me gustaría no poder evitar ser. Exactamente así. Sonríe.

Tal vez sea la música. El ambiente, el aspecto. La luna llena. La habitación cerrada. La conciencia de un momento vital, y tan innecesario como el que más. La conciencia de lo superfluo, mezclada con un poco de música.

Es prácticamente genial. Sólo faltas tú. Porque si estuvieras, no haría falta escribir esto. Bastaría con mirarte a los ojos. Y soñar. Contigo.

Ya no me equivoco. Esta es la realidad correcta. La mía. La tuya. Es cuestión de tiempo. Todo llega. “Dios no se muda. La paciencia, todo lo alcanza”. Incluso tal vez lo inalcanzable. Bonitos versos. Una bonita verdad a medias tras otra. Confiar y esperar. ¿Y mientras?

Mientras no existe. Sólo el Antes y el Después. Esto y Aquello, esa risa y aquella mirada. Siempre se olvida la espera. Menos cuando estás esperando. Delicioso. Deliciosa espera, que en sí misma lleva todo el Antes y todo el Después, y aún más. Eso que no recordamos nunca, el Presente.

Quiero un presente contigo, lo cual es una manera muy artificiosa de pintar tu mirada en el aire. Me gustaría ser artista para eso.

Como tantos, busco la felicidad. Eso que no existe, sino dentro de nosotros. Eso que todos tenemos en común, y que sólo encontramos al mirarnos en lo profundo de nuestra pequeña alma. Eso tan sencillo, escondido detrás de tantas complicaciones.

Mírame. Y dime que estoy aquí. Contigo. Dime que eres tú quien sueña. Y, por favor, déjame perderme...



Lovernios, verano de la magia.



Polvo Futuro

Esta es otra cosilla recién desenterrada de mi directorio de recuerdos. Recuerdo que ésta fue importante. Y lo sigue siendo. Trata sobre lo que somos. Y ya sabes de donde viene...

Para. Quédate mirando por un momento todo lo que tienes delante. Obsérvalo con minuciosidad, desde lo pequeño hasta la armonía del conjunto. Todo, desde ese bolígrafo desgastado y levemente mordido, hasta las motas de polvo de ese lugar alejado de la mesa. El intenso contraste de un cable negro sobre un fondo blanco relampagueante y viejo. Mira las firmas que deja cada pensamiento, de cada cierto momento mágico, en todo lo que te rodea; mira la historia que estás escribiendo en letras imborrables de tu propia vida. La locura nunca tuvo maestro, decían los héroes. Las palabras sólo son polvo futuro en estos momentos en los que la comprensión intenta llegar a ti a través de todo lo que te rodea. Y no puedes comunicarlo, no puedes hacer llegar un poco de comprensión a nadie, porque sabes que a veces recibimos bellezas que no podemos compartir, maravillas que hay que contemplar en soledad.

Los influjos se contradicen en el sendero de la búsqueda del tiempo.

Una vez lo supe todo. Sé que en ese momento sonreí porque todo era vano. ¿Lo puedes creer? No había nada que llorar, nada que lamentar, nada por lo cual dudar de que el final sería luminoso. Sólo quedaba olvidar, para poder disfrutar de la sorpresa de la vida, de su maravilla y la intriga con la que llegan los signos después de una lucha desconcertante. Sólo quedaba la oportunidad de esperar con ilusión, la de construir cuentos en el país de la realidad. De calmar al nervioso, de sonreír valerosamente al rostro del miedo... de sentir una parte de aquel Amor entre todos... de admirar a las personas, y su desfachatez, su sentido del ridículo, su templanza, y su corazón. La manera en la que todo se interconexionaba en una máquina perfecta de recuerdos, atardeceres, lagos y soles. Sueños y besos. Canciones.

El encantador juego tan humano de la vida.

A pesar de todo, a pesar de nosotros mismos, esto sigue adelante. Creo que esa fue la razón. Por eso sonreí.

Y porque, un día, todos descansaremos.



Lov 7-1-2



A veces siento la muerte

...De un texto escrito por allá por el 2002, abril. O quizá antes.

A veces siento la muerte. La siento cerca, susurrándome palabras de caos irresistible. La siento solitaria y poderosa, presa de la razón y sin fundamentos que desentrañar. La percibo diluída en el aire al igual que una gota de pintura negra se diluye en un vaso de agua sucia. La rechazo como rechazo a todo lo que va en contra de las ilusiones, por mucho que me entregue a cambio. Está vencida, ...y me enamora.

A veces siento el dolor. Lo siento carmín derramado, telaraña rota, presión repentínamente rasgada, a través de la cual entra esa mancha acuosa de color crepúsculo, cargada de placer y sufrimiento, de éxtasis y de entrega. Y porqué no... quizá de amor.

A veces siento el llanto, como un peso en la penumbra. El martillear de las voluntades que me reclaman una justicia perdida, la impotencia de las almas cabizbajas, que me señalan con sus mentes afiladas, y me tiran hacia abajo y abajo...
A veces miro a la nada gris que veo por doquier, y pienso esto. Y cuando tú me preguntas en qué pienso, yo contesto quietamente, serenamente,... nada.

A veces es terrible saberse tan solo.