martes, agosto 22, 2006

Leer la mente y otras reflexiones

¿Habéis probado alguna vez a oír lo que dicen las personas con los ojos? Suena muy bajito, y no estoy demasiado seguro pero no se oye con los oídos, sino dentro de la cabeza; pero si uno está muy atento se puede escuchar. A veces suena esa voz justo antes de que empiecen a hablar. A veces, justo después, como si se les hubiera quedado algo sin decir que sólo te dicen en silencio. A veces su cuerpo acompaña completamente ese pensamiento, y se contrae o relaja dependiendo de la emoción que les esté provocando ese pensamiento.

Ante esto la mejor costumbre suele ser callar, puesto que si no lo han dicho, es por que no quieren decirlo, ¿o no?. Pero a veces no puedes evitar contestar a lo que expresan aunque no haya salido de su boca. Esto da lugar a conversaciones increíblemente conexas, en donde dos personas pueden comunicar tanto que pueden amarse directamente.

Porque conocer es amar. ¿No es así? Piensa. ¿No te ha pasado nunca que cuando has conocido a alguien intensamente, por muy malo que sea o muchas cosas horribles que haya hecho, lo quieres de alguna manera? Conoces, te metes en su piel, comprendes. Y entonces eres tú, y ves que no sois tan diferentes. Y entonces lo que hizo tiene sentido. Esto viene a llamarse empatía. Y si conoces mucho de alguien, lo quieres mucho.

¿Eso significa que el desconocimiento nos separa? No, incluso resulta atractivo en cierta manera. Tendemos a amar, y descubrir lo desconocido nos hace perseguirlo, y perseguir algo nos hace concentrar el deseo, que es otro camino para darle una mayor satisfacción e importancia a cada pequeña victoria conseguida en ese camino de búsqueda y acercamiento. La teoría del huevo de "Yo me he llevado tu queso" viene a decir que los huecos creados a conciencia y estratégicamente colocados despiertan la imaginación del prójimo en posible beneficio propio, hasta un punto en que un desconocimiento nunca podría ser más favorable.

Sin embargo, hay cosas que desconocemos en parte y que nos disgustan profundamente, de tal forma que no somos capaces de examinarlas en mayor detalle, de buscar los nexos con nosotros. Porque de alguna forma sabemos o creemos que no somos así, que nunca seríamos capaces de llegar a esas conclusiones. "Yo nunca asesinaría", "yo nunca traicionaría", "yo nunca abandonaría a alguien así". Cuando pensamos así expresamos un deseo, una convicción incluso, pero no una verdad absoluta. Nadie puede afirmar la incapacidad de actuación, porque somos capaces de todo. Todas las posibilidades estan abiertas ante nosotros.

¿Qué es el miedo? Quien sabe, pero el miedo tiene que ver con lo desconocido. Temes más la sombra del monstruo que al monstruo en sí. Temes más a lo que tu imaginación ha hecho del hueco que lleva consigo el monstruo que a lo que el monstruo es. Si lo examinas a la luz, con pinzas y escalpelo, no es más que otro bicho con garras. Pero tú le has dado un significado mucho mayor en tu mente, y es tu mente la que te mata, antes de que sus garras te alcancen.

En el fondo, creo que todo miedo es algo que tiene que ver con nuestro desconocimiento interno. Algo que nos provoca una desazón, una intranquilidad que no debería estar ahí. Al final todos los miedos son miedo a la muerte. Y ese miedo es el mismo que el miedo a dejar de Ser. Porque en la muerte somos todos iguales, en la muerte el río ya no se distingue del resto del mar. Perdemos toda individualidad, para ser otra vez algo mucho mayor. ¿Tan horrible es perder esta individualidad?

Vale, kármicamente se pierde un tiempo precioso, pero no es precisamente tiempo lo que nos falta, tenemos la eternidad por delante. Y todas las posibilidades ya están ahí. Puedes elegir otras en cualquier momento.

Bien, me parece que estoy desvariando desde hace un buen rato. Iba a hablar de comunicación. Leer la mente. Vale, aquí estoy otra vez.

Es un hecho probado que ciertas personas a lo largo de la historia han sido telépatas, o han tenido percepciones extrasensoriales (wiki). Yo soy de los que piensa que esto es algo innato al hombre. Me quedo con el punto de vista del libro de "Las Voces del Desierto", en el que una occidental participa en la vida de una tribu australiana para descubrir, entre otras muchas cosas, que para ellos la telepatía es la forma habitual de comunicarse. Que la voz realmente se hizo para cantar y curar...

El punto de vista de esos indígenas es claro, cristalino, y precioso. Todos podemos comunicarnos con el pensamiento, siempre hemos podido. Sin embargo podemos poner muros, barreras. Capas de cebolla, máscaras que nos esconden de los demás. Y claro, así no podemos ver nada, al tiempo que evitamos que nos vean. Quien construye un muro alrededor de su casa dejará de estar visible para los demás, pero a su vez dejará de verlos. Y todos estamos repletos de muros.

Esto es fácil de ver, por ejemplo en las relaciones. Espero que hayas tenido la suerte de haber tenido alguna vez a alguien a quien has querido sinceramente. ¿No es cierto que acabáis algunas frases juntos? ¿Que te llama justo cuando pensabas llamarlo? ¿Que de repente sabe como estás sin que le hayas contado nada? Aunque no haya sido así, siempre puede haberte pasado, en menor medida, con cualquiera. Solo hace falta "estar muy unido" a alguien. Y es muy normal, muy lógico, es por los muros. Cuando nos unimos a alguien empezamos a debilitar los muros, las capas que interponen lo que somos a lo que dejamos ver que somos empiezan a romperse. Para llegar al otro, para amarlo. Tenemos que dejarle entrar un poco en nosotros para poder entrar en él, para que haya algo juntos. ¿Y no sería más facil no tener que romper tanto muro? ¿No sería mas fácil ver a todo el mundo, su vida, quién es, con sólo mirar alrededor? ¿No seríamos más completos y más felices, no nos sentiríamos menos solos? ¿Por qué tanto muro?

Otra vez por lo mismo, por el miedo. El muro nos defiende, asegura nuestra individualidad. ¿Qué seríamos si todo lo nuestro, lo de cada uno de nosotros fuera de todos? Nuestro miedo es a la siguiente respuesta: "No seríamos nada, porque somos lo que tenemos." Así pensamos. Y no es cierto.

No eres lo que tienes. Tienes lo que eres, más bien. Puedes poseer objetos, pero no eres "ese que tiene los objetos", eres tú. Puedes poseer conocimiento, pero no eres "ese hombre que posee el conocimiento". Eres tú, y el conocimiento es como el agua, tan pronto puede reposar en tí, como correr hacia otros hombres. Además, el agua estancada se pone mala.

No eres lo que tienes. Tienes una mente, pero ni siquiera eres tu mente. Ella te dice lo que has hecho antes y lo que harás después, pero no lo hace; te dice lo que te gusta y lo que no, pero no lo saborea; te recuerda el mayor placer produciendote con ello el mayor dolor, pero no el disfrute del Ahora. Con la mente no puedes vivir ya, ahora mismo, todo. No puedes ser tú con el momento en el que vives. No eres tu mente. Tu mente es sólo un instrumento. Utilizado mucho, demasiado, y muy mal. Una herramienta desaprovechada por la que pagamos la vida.

Los muros evitan que nos conozcan y nos critiquen, que nos corrijan. Pero al final asimilamos los muros como nuestros, como nuestro yo. Así dejamos de ser lo que éramos, o de saber lo que realmente, en el fondo, somos. Y es por el desconocimiento de lo que somos por lo cual estamos tan limitados. La soledad es consecuencia de perder una de las monedas que tenemos que pagar para Ser, las que pagamos por nuestra individualidad. Pero hay muchas más monedas: la telepatía, la clarividencia, la energía común, la curación natural, la fortaleza, la unión, la fe...

¿Merece la pena?


3 Comentarios:

Blogger Pedro dijo...

Hola de nuevo Jose. Como siempre, me alegro de ver que has escrito un nuevo post. Este en concreto me ha llegado hondo, supongo que ha "traspasado los muros" que como bien dices nos rodean. También he de confesar que cada vez que leo las palabras "telepatía, clarividencia, energía común, fe..." siento miedo. Nunca lo había visto de ese modo, pero me he dado cuenta al leer tu texto que al fin y al cabo es eso lo que siento al leerlas. ¿Por que miedo?, supongo que por el temor a ser engañado, a que algo bonito a priori no sea más que otra patraña con la que intenta embaucarte cualquier desaprensivo. Una de las pocas cosas de las que me siento orguyoso es la disciplina (adquirida con esfuerzo) de oir a la gente, y valorar lo que dicen, darle una oportunidad antes de tachar de falsas o incorrectas sus teorías. Esta disciplina solo tiene verdadero sentido, solo tiene valor, si se es realmente capaz de discernir, de decidir si lo que te dicen, por fantástico o depresivo que sea, tiene algo de verdad o no. Con frecuencia siento que cuando me dicen algo que desearía creer, tan bonito que sería estupendo si fuera cierto, algo dento de mi recela. Pienso que tal vez me dejo llevar por mis propias pasiones a la hora de evaluar, que estoy corrompiendo la evaluación. Supongo que mucha gente se detiene en este punto, y directamente tacha de falso, de incorrecto, de patraña una idea beneficiosa.

Como testimonio personal, y sin ser capaz aun de discernir si realmente existe o no la telepatía, diré que tengo una relación como la que has descrito con varias personas. Hay una especie de comprensión avanzada entre algunos de mis amigos y yo, aunque quizá la más fuerte sea con mi pareja. En este último caso he de decir que aunque la conozco menos tiempo que al resto de mis amigos, llego a saber (incluso antes que ella) que algo no está bien. Se lo que desea incluso cuando ella aun no se ha dado cuenta de que lo hace. Me ha hecho gracia leer lo de "llamar por teléfono justo cuando está pensando en ti", porque me pasa continuamente.

No quiero enrollarme más, un saludo y hasta el próximo post, que espero con ganas.

Pedro.

3:48 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

yo creo que hay muchos motivos por los cuales la gente construye muros a su alrededor. Particularmente, yo construyo mis muros para ser mejor dia a dia, mis muros son un intento de ocultar lo malo que hay en mi, si consigo que la gente no se de cuenta de ello, me es mas fácil ser mejor persona con la gente que me rodea, y me es mas fácil olvidar que tengo una parte oscura, y que da miedo.

10:22 p. m.  
Blogger J. dijo...

Olvidar que tengo una parte oscura... uff, eso sí que me da miedo a mí. Hay posibilidades reales de "dar luz" a nuestras partes oscuras si reconocemos que están ahí. Pero si intentamos ocultarlas, incluso de nosotros mismos... ¿no se harán cada vez más grandes respaldadas por nuestra "protección", que las mantiene invisibles y a salvo?
La verdad os hará libres, dijo alguien. Y lo oculto sacado a la luz, por arte de magia deja de ser oscuro.

¿No será que nos gusta tener miedo?

11:39 p. m.  

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